A veces no entendemos lo que sucede, queremos hacer las cosas como creemos que son las correctas, para darnos cuenta que solo estabamos forzando la vida...nos pasamos gran parte de la vida luchando...luchando por alcanzar metas, un mejor trabajo, culminar estudios, que el amor se dé en las personas que nos rodean y asi...tratando cosas, fatigándonos mentalmente y cuando las cosas no salen como esperábamos nos duele, nos deprime y no lo aceptamos, queremos seguir, tratar...ignorando todo, solo pensando en ganar, en lograr lo que deseamos sin importar a quien afectamos, con quien nos enfrentamos...solo ganar.
Es egoísta...la mayoría de las veces o mejor dicho siempre, solo pensamos en nosotros, desde pequeños queremos los mejores juguetes sin pensar si nuestros padres no los pueden comprar, de adolescentes queremos hacer lo que nos dá la gana sin importar si por delante hacemos sufrir a alguien, vamos en el camino de la vida tratando de conseguir sueños, realizar ideales, concretar metas, para luego darnos cuenta que estamos vacíos...en el amor la mayoría de los casos luchamos para que la otra persona se enamore de nosotros, nos arreglamos lo mejor que podamos, los inundamos de detalles, le decimos hasta la saciedad que los amamos y si el amor no crece en esa persona, nos sentimos a morir, los maldecimos y nos preguntamos a dario qué hice mal, si casi fui perfecta!!!! La respuesta a esto es simple, fuimos egoístas solo pensamos en nosotros, entregamos amor de más que nadie nos pidió, ahogamos en detalles a una persona que quizás solo necesitaba un abrazo, no paramos de decir te quieros cuando el otro solo quería ser escuchado, no nos dejamos amar porque estabamos tan ocupados en hacer crecer un amor que quizás ya había florecido pero lo asfixiamos...así es la vida y lastimosamente ella se encarga de enseñarnos la lección de la manera más dura...sufriendo.
Gracias a la experiencia de la vida, sé que debo amar sin esperar nada a cambio, si el amor no creció en la otra persona, si creció en mí y disfruté cada momento a su lado, aprendí que los sueños son eso cuando en ellos tomas en cuenta que para realizarlos no debes afectar a otros, la vida me instruyó en que debo disfrutarla porque es como un cono de helado, deliciosa, pero si no me apresuro a degustarla tarde o temprano se desvanecerá en mis manos y no podré hacer nada por recuperarla, por más que lama rápido, ya no será...
No me cuesta llorar, ni decir lo que siento, ni sonreir a todo el que me cruce en mi camino...solo sé que cada instante deseo ser feliz, pero sin afectar a nadie para mal, solo viviendo y entendiendo cada día, que vivir es dejarse llevar como si fueramos un río...tranquilo, caudaloso, a veces desbordado por las experiencias, rocoso, llano, profundo, pero siempre confiado sabiendo que su fin es desembocar en el gran mar, como nosotros los humanos sabiendo que el final de nuestra vida es unirnos con ese ser universal, esa alma total que es Dios...
